… o el viaje de Salentein Single Vineyard por encontrar su amor verdadero.
Éste podría ser el titulo alternativo de nuestro maridaje de hoy. Y es que, el vino que hemos tenido la gran suerte de disfrutar podría contarnos historias sobre pequeños rincones del mundo en los que, a más de uno, nos gustaría perdernos por un tiempo. Su historia comienza así…
«Nací en el Valle de Uco, en Argentina. Un paraje escondido entre las magníficas cumbres de Los Andes. Tan bello e impresionante que, ya desde mi más tierna infancia, tengo el increíble recuerdo del sol escapándose entre las montañas. Allí viví momentos inolvidables y crecí con el sentimiento real de que era el sitio perfecto para mi desarrollo.
Cuando alcancé la madurez, comenzó a brotar en mí la inquietud de conocer otras tierras y otras culturas. Así que, no lo dudé, y con el permiso de mis progenitores, viajé hasta Holanda de la mano de un gran experto en vino. Él fue quién encendió en mi la chispa por encontrar el amor verdadero cuando me habló de Amaluna y de Jan Van De Langemheen, maestro pastelero en Dusseldorf (Alemania).
Con el tiempo, la chispa por Amaluna se convirtió en llama y con la cordura de un loco enamorado, fui a su encuentro. Paseamos durante días por la ciudad. Contemplamos emocionados cómo convergen en ella tradición y modernidad. Y por un momento, llegamos a sentir que lo nuestro era para siempre. Pero el amor no tiende a seguir caminos rectos, y lo que piensas que es para siempre, en un segundo se apaga, se convierte en vacío y deja de tener sentido.
Mi amor por Amaluna pasó a llamarse cariño, y la llama se convirtió en rescoldo. No sabía qué hacer, sólo sentía la necesidad de alejarme, de embarcarme en un viaje sin retorno, de volver a empezar en un sitio nuevo, de seguir buscando…»
Y así fue cómo llegó a nuestras manos. Cuando conocimos su historia, nos sentimos en la obligación de estar a la altura, de proporcionarle una alternativa tan especial y diferente que le permitiera comenzar de nuevo, que le permitiera seguir buscando.
El Roscón de Reyes era la opción ideal. Tradición, textura, sabor y aroma se unen cada año para emocionar a los más pequeños de la casa y reunir a toda la familia en torno a una mesa. Probamos varias recetas, modificamos medidas, ingredientes e incluso tiempos y formas de fermentación. Tras varios días de pruebas, lo conseguimos. Estaba listo para la presentación oficial, era tiempo de descubrir si se cumplirían nuestras expectativas y deseos, de saber si había merecido la pena todo el trabajo.
Sí, lo habíamos hecho. El Salentein Single Vineyard Late Harvest Sauvignon Blanc del 2010, con su recuerdo a moscatel y su intenso cuerpo y aroma, combinaba a la perfección con la naranja y el azahar propios del Roscón de Reyes. Se compensaban y realzaban el uno al otro. Para nosotros, la pareja ideal. Ya sólo queda saber, si ésta unión perdurará o no. Pero, éso, sólo el tiempo lo dirá 😉
Si estáis interesados en conocer más profundamente el trabajo del maestro pastelero Jan Van De Langemheem, os dejamos su página web: http://www.foodspecials.nl/. Tiene cosas muuuy interesantes. Entre ellas, Amaluna, un mascarpone con crumble de naranja y galletas. Tiene una pinta deliciosa. Esperamos probarlo pronto!
guauuuuuuuuuuuuuuuuuuuu no había leído el post
Te felicito Cris ;P
Muchísimas gracias por el comentario y el apoyo. Eres parte importante para que sigamos cada día 🙂