En ocasiones, el azar y la fortuna nos sonríen y hacen que aquel maridaje que andábamos buscando con tanto ahínco, llegue sin más. Aunque ésta vez, en forma de reto.
Hace unos días, y sin previo aviso, nuestra amiga Macarena plantó ante nosotros su conocida tarta de galletas y chocolate, y con las palabras «a tatinear», nos lanzó el gran reto, buscarle a ésta delicia la pareja perfecta sin tiempo para pensar o hacer las pruebas acostumbradas. Así pues, corrimos a la bodega, rebuscamos entre todas las referencias que tenemos y seleccionamos la que sentimos que iba a funcionar.
¿Os acordáis del Torondos Tinto que nos regalaron nuestros amigos de las Bodegas Cooperativas Cigales hace unos meses? Fue el elegido. Un jovenzuelo de color brillante, olor intenso y recuerdo a vegetales. Fácil de beber, con muy poca acidez y paso uniforme y ligero.
La tarta de galletas y chocolate, por su parte, era de textura mantecosa y muy equilibrada en sabor y dulzor, pero con un pequeño toque a canela. Deliciosa e igualita a las que comíamos en nuestra infancia.
Estamos seguros de que éste matrimonio perdurará en el tiempo y se volverá a repetir. Macarena por su lado, lo puntuó con un notable alto y esperamos que a las Bodegas Cooperativas Cigales también les encante. Los sabores de ambos permanecen en la boca, sin solaparse ni desaparecer. Los contrastes son equilibrados y la textura de la tarta no hace más que mejorar el sabor del vino.
Definitivamente, fue una versión mejorada del recuerdo de infancia. ¿Quién no quiere ser adulto para disfrutarla? Gracias a los dos.
A mandar ;)…..y a beber y a «tatinearrrrrrrrrrrrrr»